¿Y si a las miserias y al dolor humano se les pudieran
poner voz?¿Y si esa voz fuera femenina, punzante
y sin tapujos?
Como unanarradora omnisciente, la autora se
rompe, sin prejuicios, ante elvuelo de los pájaros
que nos acechan y ante cómo el pasado seconvierte
en un presente lápida.
Una prosa vivencial que, sinpretender serlo o
fingidamente adrede, nos despierta delletargo
de sobrevivir con el peso de nuestra propia vida
pararecordarse a sí misma que lo pasado, pisado:
sigamos lavereda.
En definitiva, un clamor con tanto que decircomo
cicatrices que contar. Oigámosla pues, para un
mejorautoacercamiento. Leámosla pues, ya que
indudablemente sus palabras son lo que tenemos
que escuchar aunque duela(n) porque, como yaes
sabido, «Hay golpes en la vida, tan fuertes? ¡Yo
no sé!».