Paula Quiñones llega a AzafrÃín para localizar fosas de la guerra civil. MantendrÃí correspondencia con Luz (suegra de Zarco, el detective tan poco convencional que conocemos de Black, black, black y de Un buen detective no se casa jamÃís,  cuarentón y gay, exmarido de Paula a la que contarÃí sus amores con David Beato, descubrirÃí sus temores respecto a la existencia de un delator y relatarÃí las leyendas familiares. Al mismo tiempo, AnalÃa, madre de David, cuida amorosamente de Jesús Beato, dulce patriarca que acaba de cumplir un siglo, y atiende a los mensajes que este le sopla al oÃdo Pronto, una atmósfera gelatinosa y endogÃímica amenaza con aplastar a Paula: el western expresionista se enturbia hasta llegar al extremo de un terror habitado por animales que podrÃan hablar, pero permanecen mudos; una niña que quiso ser cantante y peona caminera; y una legión de fantasmagóricos niños perdidos y mujeres muertas